jueves, 26 de septiembre de 2019

Libro de relatos - Literautas




En diciembre del 2014, en mi necedad de siempre investigar sobre escritura, me topé con una página en Internet llamada Literautas.

Si has seguido mi blog los últimos años sabes que esa fue una muy buena experiencia para mí, ya que a través del taller "Móntame una escena" decidí no solo comenzar a tratar de seguir la pauta de los retos, sino salir de mi caparazón como "autor anónimo" y compartir algunas letras con personas extrañas. Con el tiempo, se convirtieron en amigos y mentores. Así que tengo un espacio en mi corazoncito para este blog que sé ha sido excelente escuela para muchos.

Cada año Iria López, quien es la administradora oficial de Literautas, hace una recopilación de los trabajos efectuados en un periodo de diez meses en el taller. Con el tiempo la dinámica cambió para elegir el último taller para que esos trabajos fueran publicados, con un reto especial: Elaborar un microrrelato.

Para el último taller 2018-2019, se nos dio como reto extra utilizar tres palabras: ascensor, dinosaurio y daga.  Se obtuvo una participación de ciento setenta y ocho microrrelatos (si deseas leer los textos originales puedes hacerlo en la página oficial de Literautas dando clic aquí).  Posteriormente, los demás compañeros ofrecen sus opiniones y sugerencias para mejorar el texto.  Siendo el último taller de la temporada, ese trabajo entra, si así se desea, en la recopilación una vez que el autor lo ha revisado, corregido y enviado para su publicación, por lo que para la recopilación no entran todos los que participaron en el taller.

Esta es la sexta edición, para mí la cuarta vez que logro participar en ella, y en esta ocasión cuenta con ciento ocho microrrelatos. Los autores somos de diferentes edades, nacionalidades, experiencia literaria, etc., pero con una pasión que nos une, y es el amor por la escritura.

El libro está a la venta a través de Amazon, tanto para España como para el resto del mundo. Los fondos obtenidos de su venta serán donados íntegramente a la organización Educación sin Fronteras, la cual brinda ayuda educativa, alimentaria y de vestimenta a niños de escasos recursos.

Si te gusta la lectura rápida, y al mismo tiempo deseas ayudar, visita estos enlaces para comprar tu copia en papel del Libro "Móntame una escena 2019 de Literautas"


¡Nos leemos!

domingo, 8 de septiembre de 2019

Estructura de la escena: 8 Razones para no equivocarte con ellas


 Imagen cortesía de FreePik.es, Autor: Suksao


Hola de nuevo, ya ha pasado un buen tiempo sin publicar nada, pero el mundo no se detiene y hay responsabilidades de las que no puedes escapar.

En las entradas anteriores hablamos sobre la novela y sobre su estructura, como lo es su división en capítulos y escenas. Así que recapítulando, explicamos que la escena es la parte más pequeña en la estructura de una novela,

viernes, 7 de junio de 2019

Novela- Serie II- Partes de una novela: Escenas (2/2)


Hola de nuevo, aquí la segunda parte de la pequeña serie, si no has leído la primera o quieres refrescar la información, lee el enlace aquí (Primera Parte), porque es muy necesaria que tengas en cuenta cómo es la estructura de una novela y mantengas todo fresco para que comprendas a cabalidad todo el concepto de la estructuración de una.

En la ocasión anterior hablamos de los libros y los capítulos, que son las partes más grandes de una novela. En esta ocasión vamos a estudiar con microscopio la parte más pequeña de los capítulos: las escenas narrativas.

Novela- Serie II- Partes de una novela:Libros, Capitulos y Escenas (1/2)




UPDATE: por una extraña razón esta entrada de borró de su publicación el 21/05/2019- la recargamos.

Continuando la serie: Novela, ya hemos hablado de «¿Qué es una novela?», por lo que ahora estaremos ahondando en el tema de «¿Qué partes componen una novela?»


Estuve leyendo, mientras preparaba este material, un “libro” que fue auto publicado en una red social. Me llamó mucho la atención la forma de escribir de la persona que lo hacía. Explicaba lo difícil que era escribir, y aunque la intención cuenta, explicaba algunos puntos que a mi criterio estaban bastante errados. Esta persona explicaba en su libro los errores comunes a la hora de escribir y cómo corregirlos. Algunos de sus consejos estaban bastante correctos, pero cuando explicó sobre la narrativa, se basó únicamente en lo que teóricamente es conocido: introducción, nudo y desenlace. Esto es parte de la estructura de una novela, pero NO ayuda al escritor a comprender qué hacer y cuándo.
Mi curiosidad y mi imposibilidad de quedarme con alguna duda, me ha hecho leer mucho sobre temas que me gustan. Mi pasión es la escritura, y aunque comencé a escribir de una forma bastante intuitiva (y correcta). Entre los once y los trece años de edad, escribí unos tres intentos de novela. No puedo negar que habían temas de los que me consideraba medianamente conocedora, y reconozco que en este arte, ni en la actualidad lo sé todo. Mi formación literaria en aquella época se basaba en un diccionario, unos libros clásicos y un libro de Redacción y Gramática. Mi creencia era que una novela se dividía en capítulos. Punto.
Recapítulemos: la estructura de cualquier línea argumental o historia en una novela se compondrá de: Introducción, Nudo y Desenlace*. Dentro de la novela explicamos en la parte I, que existe “la trama narrativa” que también comprende los mismos elementos: planteamiento, nudo y desenlace.  Pero, aunque ambos contienen los mismos elementos, son diferentes. Uno lo llamaré “global” y otro “fragmentado”.  Aunque suene repetitivo, tanto en la estructura de la novela, la línea argumental, los capítulos y las escenas, siempre, contendrán el mismo esquema (I-N-D*).

En la estructura de la novela: (Global)
La introducción es casi siempre usada en el primer Capítulo. A veces el autor prefiere hacer uso de un Prefacio. Ahí nos introduce a los personajes principales, algún secundario de interés, el mundo, etc. Nos cuenta a groso modo, quién es el personaje principal, un poco de su vida, actual o pasada, alguna característica física o de carácter. Nos introduce el mundo, la época, la situación dentro de la historia.
El nudo este se va desarrollando a través de diferentes capítulos en forma de pinceladas, datos esparcidos de información o se nos presenta completo el conflicto que viven los protagonistas en determinado momento “pico” de la historia. Conocemos en este tiempo, sobre qué va la historia y cuál son las decisiones que se han tomado al respecto. Por lo usual, es aquí donde entendemos las motivaciones tanto del personaje como del antagonista o villano de la historia.
El desenlace es cuando las adversidades, en los momentos de mayor clímax de la novela, usualmente se resuelven por partes, si el conflicto lo permite; o este tiene una resolución súbita en el último capítulo. Es simplemente, el final, sea de victoria o de derrota a lo que el nudo nos planteó. La conclusión del libro.

En la trama narrativa. (Fragmentado)
La introducción nos plantea una situación que parte usualmente del NUDO de la novela, es decir, que a raíz del problema podemos ver cómo el personaje, el entorno o ambiente va a desarrollarse.
El nudo representa el conflicto que tiene el personaje sobre la situación X, qué medidas van a ser tomadas, la dirección que apunta la historia y qué están haciendo los personajes para resolver ese conflicto o suceso inmediato.
El desenlace es la resolución a ese conflicto o suceso inmediato. Esta usualmente se resuelve dentro del mismo capítulo o escena, aunque algunos conflictos de trama pueden extenderse su resolución a espacios más amplios.

Aclaremos con un ejemplo:
La “estructura de la novela” trata de dos jóvenes que fueron dados en adopción  en Nuevo México (introducción/global), y éstos deciden ubicar a cualquiera de sus padres biológicos, por lo que huyen del hogar temporal (nudo/global), hasta localizar a la madre que ahora vive en New Jersey. (Resolución/global)
La “trama narrativa”, nos presenta determinado suceso o conflicto como línea argumental primaria;  a las que se le pueden unir otras tramas, llamándolas “sub tramas”.  Por ejemplo,  encontramos a los chicos dentro del orfanato (introducción/fragmentado) planteándose obtener información sobre sus padres biológicos (nudo/fragmentado), por lo que asaltan a escondidas los archivos para robarse su expediente (resolución/fragmentado), pero como sub trama, tenemos al tutor de los mismos, tratando de encontrarlos, y siendo que él mismo fue adoptado, apela a sus recuerdos y emociones para tratar de ubicarlos.

En el ejemplo del plan de los chicos de huir, pueden tomar varias escenas, o un capitulo entero; pero NO es la novela, sino solo un “episodio” dentro de la misma. La novela puede contener varias TRAMAS, con el fin de enriquecer el escrito. En otras ocasiones, existe una sola trama principal, y el enfoque del autor girará solo alrededor de la misma.
Sabiendo esta diferencia, el autor debe tener muy claro cuál es la historia central de su novela (estructura de la novela), y durante la planificación podrá incluir las diferentes tramas narrativas que desee incluir en esa historia (la necesidad de pertenencia de los chicos, las experiencias pasadas del tutor, el sentimiento de culpa de la madre, etc). Cuando el autor conoce “su historia” puede diseccionar de mejor manera la misma. Ya sea un escritor planificado o no, es necesario tener al menos la estructura de la historia concluida. No saber cómo termina la historia, puede crear conflictos a la hora de darle un fin, convirtiendo la misma en una serie de tramas narrativas interminables.

Novelas – Serie, Libros o Sagas.

Cuando hablamos de esto, es lo que también se le denomina “libro”. Una serie de libros es una secuencia de publicaciones que tienen ciertas características en común que se identifican formalmente como un grupo. Las series de libros se pueden organizar de diferentes maneras, como las escritas por el mismo autor, o se pueden comercializar como grupo por su editor. Algunas novelas, no todas, pueden volverse serie de libros. Ya sea porque el editor o casa de publicidad ha decidido dividir “una novela” por su extensión. O porque cuando se lanzó la novela, el público (o la editorial) esperaba o pidió continuaciones de la misma. Otros pueden llamarle “sagas”. Un ejemplo es “El Señor de los anillos“, que por su extensión se dividió en tres libros. Sumando los libros de “El Hobbit” convirtiendo esta historia en una “saga” de seis libros. Aunque existen “sagas” que no son escritas por un mismo autor, como por ejemplo: “Millennium“, original de Stieg Larsson, quien dejó escritos tres libros, que ya fueron publicados, aunque se contemplaba una serie de diez novelas. Por lo que después de su muerte se designó a David Lagercrantz, para continuar ese trabajo. Lo mismo ocurrió con los libros de “James Bond” y “Jason Bourne”, donde el autor original fallece y otro(s) asume(n) darle continuidad a la serie. Libros en serie que han sido escritos, hasta la fecha, por un solo autor “Juegos del Hambre”, “La Torre Negra”, “Harry Potter”, “Juego de Tronos” en otros.
La longitud de una novela, dijimos anteriormente, puede marcarla como novela corta, ( aprox. 30,000 a 50,000 palabras) o simplemente novela (+50,000 palabras).
Pero, la novela sea parte de una serie o libros, o una sola, se divide a sí misma en Capítulos.

¿Qué es un capítulo?

“Es la división que haces en un libro o novela para facilitar la lectura y el orden e integración de los contenidos, suele tratar un aspecto concreto de la materia o asunto principal del escrito.”
Cada capítulo, por lo tanto, supone una parte o sección dentro de una obra de una cierta longitud,  aunque si la obra es muy breve, no se justifica la división en capítulos. La extensión de los capítulos varía de acuerdo con las intenciones y necesidades del autor y la obra. De hecho, dentro de un mismo libro, por ejemplo la duración de cada capítulo puede diferir considerablemente del resto. La propia palabra capitulo viene de la raíz latina capitulum, diminutivo de caput, que significa “cabeza”. En el encabezado de un capítulo se pueden incluir otros elementos: un texto que resuma su contenido, un dibujo, un epígrafe (una cita extraída de otra obra, real o ficticia).
Se suelen numerar los capítulos por orden de aparición o consecutivo, ya sea usando las numeraciones romanas o arábigas, (Capítulo 11, Capitulo 12 o Capítulo III, Capitulo IV). Algunos capítulos no tienen número y se consideran como una subdivisión diferente (la introducción, el epílogo, etc.). Ciertos escritores, por otra parte, no numeran los capítulos, sino que dan un título a cada uno. Entre usar un número o nombrar el capítulo, queda a la preferencia del autor. En lo particular, me gusta nombrar mis capítulos, pero dependiendo de la historia, dejaría un número únicamente en caso de ser publicados.
Por lo general los libros de no ficción suelen nombrar sus capítulos para facilitar las referencias, por lo que incluyen un índice. Las novelas a veces incluyen también un índice, en especial aquellas que usan un nombre en lugar de un número, y se incluirán todas las demás subdivisiones, como la Introducción, Prólogo, Epílogo, Vocabulario, etc. dentro de ese índice. Cada uno indica el número de página donde se ubican.
Lo habitual es que cada capítulo contenga varias páginas y que la extensión de todos los capítulos de una misma novela sea similar en número de páginas, aunque esta no es una regla. El número de capítulos de una novela puede variar, pero, por lo general, cuando es reducido en lugar de catalogarse como capítulos, se divide en partes. Es posible combinar en una novela partes y capítulos, es decir: una novela puede estar dividida primero en partes y luego en capítulos. En la antigüedad, como muchos libros eran escritos para ser “actuados” en teatro, a esas partes de le llamaba “Actos”.  Ejemplo de esto es: la novela “It” de Stephen King (1987) cuenta con 1504 páginas divididas en 36 capítulos. La novela corta de “Soldados de Salamina, de Javier Cercas, cuenta únicamente con 216 páginas, por lo que está dividida en tres capítulos que podemos llamar partes. Cada una representa: La Introducción, el Nudo y el Desenlace casi de forma literal. En la novela “1984, de George Orwell, cuenta con 326 páginas y está dividida en tres partes, pero a su vez, cada una contiene capítulos.  PARTE I, con ocho, PARTE II con diez y PARTE III con seis capítulos.

¿Para qué sirve dividir una novela en capítulos?

Por lo usual, se suele dividir en capítulos por dos razones: Estructurar mejor la historia, que facilita el trabajo del autor, ya sea porque decide separar por capítulos las diferentes estructura de la novela, o porque desea presentarlos como entes independientes pero no aislados. La segunda es una ventaja para el lector. Este podrá leer un capitulo entero y hacer pausa una vez que lo termina. Esto le ayuda a digerir lo que ha leído mientras se reconecta con la historia cuando comienza la lectura de un nuevo capítulo.
Otra ventaja: Trabajar con el borrador. Sea que la obra pase a manos de un profesional o sea corregida por el propio autor, esta división le permitirá encontrar con mayor facilidad un punto determinado en la narración, ya sea para releer una escena o para comprobar y/o corregir un dato.

¿Cómo se divide la novela en capítulos?

Como decía mi abuela “No todos saben partir un pastel”. Conviene dividir la novela en capítulos como “micro historia”. Es decir, que ese capitulo, con sus escenas. puedan estar todas inter-conectadas con una trama narrativa especifica. Lo que escribamos en ese capitulo tiene conexión. Como expresé anteriormente, yo suelo nombrar mis capítulos. Imaginemos uno que se llama “La Huida” (basándonos en el ejemplo de los huérfanos) este capitulo, solo tratará de aquello que haga esa conexión. No incluiremos por ejemplo, un flashback del tutor (sub trama) de cuando él mismo fue adoptado. Porque no tienen relación. Pero sí podríamos incluir por ejemplo, un flashback de lo que otros internos le cuentan a los hermanos, las leyendas urbanas de cómo otros niños han huido sin ser atrapados.
Los capítulos deben poder leerse con una cierta independencia unos de otros, y en este sentido debemos procurar que toda la información que brindemos en un capítulo guarde mucha más relación entre sí que con la ofrecida en el capítulo anterior o en el siguiente. Debemos recordar el principio de Acción-Reacción que toda historia debe mantener.
Ahora, existen historias lineales o cronológicas. Estas siguen un orden puntual, casi de reloj suizo, en lo que ocurre en ella. Lo habitual es que los capítulos queden delimitados exclusivamente por las elipsis temporales que realice el narrador. Usemos el recurso visual de una película: Una chica sale de un lugar y se dirige a otro. La secuencia no tiene por qué abarcar todo el trayecto (salvo casos especiales que deseemos destacar, claro está). Se ve a la chica salir de su casa, luego se ve sentada en el autobús que la va a llevar a un determinado destino, sin que veamos cómo se “subió al bus”. En eso consiste la elipsis, sea literaria o cinematográfica. En este caso, el autor seguirá una secuencia cronológica, pero NO describirá todo, haciendo pequeños saltos a futuro sin afectar la línea temporal de su historia.
En el caso de narraciones no lineales, los capítulos suelen quedar delimitados por elipsis al pasado o al futuro, por los cambios de punto de vista o de escenario, y por los saltos entre una trama y otra dentro de la misma historia. Hay muchos recursos que se usan en narrativa no lineal; in media res, ruptura temporal, contrapunto o circular. Si conocemos en cuál estructura narrativa deseamos nuestra historia será más fácil imaginarnos qué contendrá cada uno de nuestros capítulos.

¿Cuándo realizar la división en capítulos?

Como siempre, la planificación es necesaria. Pero no todos los autores tienen su novela completa en la cabeza. Muchos trabajan desarrollándola a media que escriben. Sea que planifiquemos o no la escritura de la novela, podemos realizar la división en algunos momentos distintos:
Para los que planifican, es necesario que tengan un número de capítulos establecidos. Esto no solo los mantendrá dentro de un límite, sino que podrán ajustarse a sumar o restar en caso de necesidad. Con el argumento en un nivel mínimo de detalle, ya tenemos una sinopsis argumental, con el número X de capítulos. Luego detallaremos el argumento en escenas y las iremos colocando en los distintos bloques de narración.
Por ejemplo, en la novela El nombre de la rosa”, de Umberto Eco, la trama del libro se basa en los acontecimientos que ocurren en siete días, (capítulos) y su vez, cada uno de estos apartados se divide (escenas) según las horas correspondientes a los oficios que se llevaban a cabo en los monasterios y abadías de la Edad Media. En ese sentido, para que el lector tenga claro a qué horas de luz se corresponden cada uno de los oficios, Eco hace una relación en una nota preliminar.  Una estructura como ésta condiciona el argumento, ya que la acción ha de estar muy repartida a lo largo de cada uno de los días.
Este proceso es mucho más fácil para aquellos acostumbrados a usar bloques  o tarjetas de notas, o programas de escritura, no el típico Word o NoteBlock, no funciona tampoco con el Google Drive, por lo que necesitaran un apoyo extra para la toma de esas notas. En el caso de YWriter, que es mi programa de escritura favorito, o el Scrivener, vas y creas el archivo con todos los capítulos (mínimo) que deseas escribir. En cada capítulo puedes hacer una nota. He aquí un ejemplo de ello.


Otra forma es a través de la escaleta. (Sinopsis más amplia del argumento). Primero, detallaremos el argumento global de nuestra historia. Después trabajaremos en una escaleta de escena que creemos necesarias, procedemos a agruparlas en los diferentes capítulos. Para aquellos que tienen una “idea” pero NO toda la historia, resulta aconsejable, porque podrá ver cuales son los detalles que le faltan en su historia. También a aquellos que les resulta difícil saber “dónde” dividir los capítulos.
Por último, dividir sobre la marchaa medida que escribimos la novela, simplemente narraremos la historia, hasta llegar al punto en el que creemos que podemos cerrar el capítulo y lo cerraremos. Usaremos ese mismo ejercicio hasta completar todo el trabajo. Aquellos que  no planifican, ni la narración o el argumento, los “alas libres”, funcionará para las novelas más cortas, lineales y sin muchas tramas. Una historia con tramas más complicadas, muchos personajes y con una narrativa no lineal, podría ser frustrante para un autor poco organizado.

Dividir al final, una vez que terminemos la novela. En este caso, ya tendremos una visión completa de la historia. Podremos decidir el número de capítulos y la extensión de cada uno según la estructura que más le convenga a la historia, al autor o al lector.
Ya tenemos nuestros capítulos, pero estos aún contienen una parte importante, solo que más pequeña… La escena.

Pero, por ahora nos quedaremos aquí, porque si lo dejo completo sobrepasaría las seis mil palabras. Se retiene más, estudiando por fragmentos.
En la próxima entrada hablaremos sobre todo lo importante que es una escena, aunque sea la parte más pequeña de una novela. No te lo pierdas porque vamos a exprimirla al máximo.
¡Nos leemos!

***
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sábado, 20 de abril de 2019

SERIE. NOVELA- Parte I - ¿Qué es una novela?



Aunque me propongo escribir seguido para el blog, he estado muy atareada las últimas semanas, así que solo he estado investigando, sacando notas y viendo que hay de nuevo en la red. Sentí mucha tristeza encontrarme con un blog en donde se supone el autor da consejos de escritura, en ese hablaba de los personajes secundarios y todos los consejos que expresaba parecían ser una mofa a lo que un buen escritor haría.

lunes, 4 de marzo de 2019

Escribe mejor: Cuando el "muy" no es "mucho" mejor



Para esta entrada, nos enfocaremos en una pequeña palabra, pero que puede hacerse notar demasiado, afear un escrito, ser mal utilizada o simplemente en muchas ocasiones es hasta innecesaria: la palabra MUY.

¿Qué significa?

muy, adverbio

No la confundas con Mucho
En algunas regiones las personas confunden el término, dándole el mismo valor a MUCHO, que no es lo mismo. Lo cual este es uno de los errores que debemos evitar en la buena redacción.

La definición de la palabra mucho, por la RAE, es bastante amplia: la que resumiremos como: que indica abundancia, exceden a lo ordinario, denota ponderación, elevación numérica, exceden tiempo... etc.; pero ninguna se aplica a las definiciones que se dan a la palabra "muy".
Es por lo tanto, un error confundir dichos términos, que queda como una errata de escritura o lenguaje expresiones tales como:
—¿Estás cansado?
—Sí, muy. ->No podemos decirlo de esa manera, aunque está sea una expresión coloquial sigue siendo un error.) No usamos la palabra Muy sola. Necesita estar con un adjetivo o adverbio.

Respuesta correcta:
—Sí, mucho.  o   —Sí, muy cansado. (Necesitas agregar el adjetivo aunque suene repetitivo.)

—No le hables, está mucho enojada... (lo correcto es muy enojada.)

MUY se emplea mayormente como adverbio. Hay solo una forma de la palabra muy. No tiene forma masculina o femenina ni tampoco forma singular o plural. Contrario a mucho, que si puede cambiar de forma: mucho, muchos, mucha, muchas.

Muy + Adjetivo >> Normalmente usamos muy antes de un adjetivo para aumentarlo o añadir intensidad.
  • Tu hermano es muy guapo.
Muy + Adverbio >>A veces usamos muy antes de un adverbio
  • Me gusta comer muy despacio.
Mucho  es un adjetivo que se refiere a un sustantivo. Un adjetivo modifica, o describe, un sustantivo. Tiene que coincidir en género y en número con el sustantivo
Mucho + Sustantivo >> Mucho normalmente va antes de un sustantivo.
  • Tengo muchos sueños que realizar.
Verbo + mucho >> A veces mucho funciona como un adverbio, en este caso refiriéndose al verbo, a la acción realizada.
  • Estoy muy satisfecho, he comido mucho.





La abundancia no ayuda

En el hablar cotidiano, utilizamos muchas muletas, dejes que nos sirven de sostén para ayudar a terminar una oración, pero también hacemos uso de las palabras repetidas, que no aportan nada a la conversación. Muchas veces, trasladamos estos errores del habla a nuestra forma de escribir. Debemos evitar introducir esas expresiones en nuestros escritos.

Ya hemos leído en el cuadro superior, que las palabras con uso de muy, tienen como sinónimo extremadamente, o el sufijo -ísimo. En lugar de escribir, muy pequeño, podríamos escribir, extremadamente pequeño o pequenísimo. Esto es siempre válido si nuestros escritos no sobreabundan los muy, porque las palabras terminadas en -ísimo podrán ser igualmente notorias, como lo son aquellas con adverbios terminados en -mente.

Nuestro idioma es uno de los más amplios, con muchas expresiones específicas para determinado significado. Uno de los errores que notan los editores es la falta de riqueza del vocabulario. Siendo el uso de "muy" uno de los que ellos detectan como pereza del lenguaje (yo la llamaría del autor). Así como se nos pide que evitemos el uso de palabras extranjeras si existe una palabra en nuestro idioma, también debemos conocer las "otras" palabras que significan lo mismo.

Adjuntamos un cuadro con ochenta palabras, con uso de muy, y un sustituto que no sea un -mente o un -ísimo.


Repetimos, nuestro idioma tiene una riqueza léxica. Cada palabra tiene su espacio y lugar. No podemos volvernos tan rígidos de no desear usar una palabra X, porque a alguno se le ha ocurrido que no "suena" bonito, las palabras terminadas en -mente, o en -ísimo, no deben eliminarse, sino saberse usar. Así también la palabra muy, que será necesaria en un momento determinado y al usarla lo haremos como se debe. Como siempre, el lenguaje que es un ente que cambia, se modifica, pero debemos enriquecerlo haciendo el uso correcto de nuestro maravilloso idioma.
¡Nos leemos!
***
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viernes, 15 de febrero de 2019

PORQUÉ ES DIFÍCIL ESCRIBIR ESCENAS DE ACCIÓN (PELEAS) - HAZLO SIN FALLAR


Cortesia Pixabay - Pranong Creative


Las escenas de acción que involucren peleas se pueden dar en cualquier tipo de género. A veces creemos que solo están reservadas para las novelas épicas o de ciencia ficción, quizá para el género detectivesco o ambientado en una guerra. Pero, cualquier pelea encaja en todos los géneros, sea una historia juvenil, un drama o un romance.

jueves, 7 de febrero de 2019

Contar Vrs Mostrar - Más allá del consejo



























Siempre ha sido una terapia para mí escribir. Últimamente he estado escribiendo diferentes entradas sobre temas que vienen a mi cabeza por una u otra razón. Para mí la escritura siempre está ahí, aunque no escriba nada para el taller o mis proyectos personales, siempre estoy pensando acerca de escribir.
Estuve leyendo algunas anotaciones que hice hace mucho en una de mis muchas agendas, esas que se han ido acumulando con el paso de los años. Encontré el consejo que todos quienes escribimos hemos recibido: «No cuentes, muéstralo.» Es un gran consejo ¿no?
Lo hemos escuchado una y otra vez, también lo hemos dado a otros. Sin embargo, siempre pensé que aunque es un gran consejo, es imposible cumplirlo cabal todo el tiempo. La razón es que no podemos mostrarlo todo, ni contarlo todo en el campo de la escritura. Hay ocasiones en que el consejo, simplemente No Aplica.

Hay personas que lo defienden a capa y espada; pero estoy muy segura que ni siquiera ellos lo aplican, solo que no lo reconocen. Creo que hay un poco de culpa nuestra a la hora de dar el consejo del siglo: «No cuentes, muéstralo.» Porque la gran mayoría no hemos sabido explicarlo con suficiente claridad, cuando es conveniente usarlo o cuando no. Como con toda regla, debe de existir flexibilidad, esa capacidad de poder doblarla a nuestra conveniencia. Volver a leerlo en esa vieja agenda, con un ejemplo al lado, y una notita encapsulada: "¿Cuándo sí o no?";  me hizo comprender que vale la pena ahondar en el asunto.

Por lo que decidí, leer varios blogs que han tocado el tema y "evaluar" cómo lo han hecho, y si ha faltado algo que valga la pena mencionar. Algunos estaban más perdidos que un pingüino en el Sahara y otros tuvieron la decencia de decir, parafraseando: "Un consejo que todos dan, pero nadie explica." Pero todos tuvieron la buena intención de dar ejemplos de lo que ellos consideraban correcto. Enfatizamos, que contar y mostrar no es narrativa descriptiva, ya que esto es otro tema.
Muchos no poseemos licenciaturas en letras o literatura, somos aprendices de este oficio porque lo amamos, y ese amor nos lleva a ser autodidactas. Por ende, ni ellos, ni yo, tenemos la verdad absoluta, solo buenas intenciones. Esta no es la guía infalible, sino una recopilación de lo que he estudiado sobre el tema y mi propia visión de cómo yo aplico ese extendido consejo universal.

Mostrar Versus Contar
Se ha explicado que es más activo el mostrar, que un escritor lo hace cuando tiene más experiencia, que los novatos al no tenerla se van a lo seguro. Se nos ha repetido a la saciedad, "si puedes mostrarlo, hazlo".  Analicemos esto. ¿Es factible? ¿Aplica para todo? ¿Cuándo sí, o no?

Factible no es. No es algo que sea fácil de hacer, porque cuando escribimos, estamos condicionados al tiempo que hemos dedicado a la escritura y a aprender sus reglas y normativas. Nuestro tiempo dedicado a la escritura creativa, puede ser de veinte años, pero no escribimos constante y peor aun de manera diaria. O por el contrario, somos fértiles a la hora de escribir, pero no nos preocupamos mucho de aprender a cómo hacerlo correctamente.  Así que poder hacerlo y hacerlo de manera fácil, no encaja en el patrón.

Tampoco aplica para todo. Hay trabajos literarios que no soportan el formato de mostrarlo. Los micro relatos, los relatos, cuentos, las fábulas, etc.,  no aceptan un formato que sea extenso en cuanto al número de palabras. Esos espacios, deben condensar la información, ir directo al grano.
Por otro lado, en los trabajos extensos, como una novela (única o en serie), sí se nos da el espacio para hacerlo. Pero entraríamos a la pregunta...

¿Cuándo sí o no? Es aquí donde muchos han fallado a la hora de decidir, cuándo y dónde. Porque sí existe un dónde. Hay frases que no pueden mostrarse, deben y exigen ser contadas. Lo importante, es tratar de encontrar el nicho para cada uno. Sea que contemos o que mostremos; cada uno tiene su lugar.

Imaginemos este escenario:
La mujer contemplaba su rostro en el espejo, mientras deslizaba el cepillo de cerdas suaves por su cabellera, comenzando desde la coronilla, e inclinaba su cabeza a un lado, mientras iba bajando hasta llegar a la punta de sus cabellos. (mostrar)
Susana se peinó sentada delante de su tocador. (contar)

¿Realmente necesitamos describir todo? Definitivo que no.  Recordemos que contar es decirle al lector lo que está pasando. Un hecho de todos conocido. No tenemos ni siquiera que abundar en el contar, ir directo al grano. Todos sabemos que se peina la cabellera (o la calva, para aquellos de escasos pelos), nadie peina otra cosa que no sea su cabeza. Si existiera esa manera diferente, lo diríamos: "peinó el hombro del saco para retirar los pelos que le dejó su gato".
Muchos han expresado, que contar es "soso". Quizá no exista mucha lírica en ello, pero es necesario contar aquello que no necesita ser mostrado. Como expresé en una entrada anterior, hay personas que abusan de las descripciones, y he llegado a leer a varios que describen las cosas sencillas, como por ejemplo, cómo abrir una puerta: "tomó con su mano derecha el picaporte, girándolo en la dirección de las manecillas del reloj..." Y no es broma. Solo recuerda, que mostrar siempre incluirá una descripción, una enorme cantidad de palabras. Un libro que solo muestre se volvería demasiado largo y cansado de leer.
*Contaremos lo que ocurre, los acontecimientos cotidianos, lo obvio y las emociones o acciones que pueden escribirse de manera simple, porque no tienen profundidad o relevancia en la historia o los personajes.
**Mostraremos los sentimientos, los acontecimientos extraordinarios, aquello relevante como una emoción inesperada o sorpresiva.

Ejemplifiquemos:
Susana bajó corriendo las escaleras*, a la insistencia del teléfono que no paraba de timbrar.* Contestó molesta*. Echó la cabeza hacía atrás, abriendo su boca que no pronunció palabras, una sacudida rápida de su cabeza que negaba a lo que escuchaba.** Un oficial de policía le llamaba para decirle que su hijo sufrió un fatal accidente.* Dejó de escucharlo, solo pudo gritar con agonía*, mientras sus rodillas perdieron las fuerzas. Soltó el auricular de su trémula mano.**

Defiere a este inadecuado uso del contar/mostrar
Susana bajó a trompicones los escalones de la escalera**, el teléfono había replicado con insistencia, algo que ella ignoró los primeros timbrazos, pero ese ruido la estaba interrumpiendo en sus quehaceres**. Levantó el auricular, con una voz cortada y seca contestó: Aló.** No podía creer lo que escuchaba*, un oficial de policía se presentó  como Rodríguez y le dijo que algo terrible había ocurrido en la carretera 23 Sur, donde dos vehículos habían sido arrastrados por un carro cisterna que perdió los frenos. Por la placa y la identificación pudieron obtener ese número, por lo que le notificaba que su hijo Adán había muerto inmediatamente en la escena.  Las palabras comenzaron a desvanecerse en la voz de ese oficial, todo comenzó a confundirse en su mente, y sintió un terrible dolor en su pecho que solo pudo salir a través de un grito desgarrador y compungido.** Cayó.*

Como podemos observar, hay una enorme diferencia entre uno y otro. Hay momentos en que debemos condensar la información y en otros podemos explayarnos con fines "narrativos".  Este texto sería muy distinto si solo aplicáramos el mostrar** en todo el relato o si usáramos la condensación del contar* en ese mismo escenario. El primero nos volvería una lectura cansada, y se sentiría la mano del autor, pretendiendo generar un sentimentalismo a través de las palabras, el segundo sería tan plano que no crearía ninguna emoción.
Debemos recordar, que el lector recibe la información que nosotros le transmitimos. Hay momentos en que hay que crear una imagen visual, o expresar las emociones que no son perceptibles físicamente. Cuando nos concentramos en mostrarlo todo, la información puede volverse confusa y la idea primordial perderse en ese mar de palabras. Si lees solo las frase del mostrar  en ambos ejemplos como uno solo, descubrirás que hay una abundancia de frases innecesarias, que el autor busca conducir al lector a entrar en un terreno melodramático. No hay peor cosa que el lector se sienta condicionado en su lectura. Por el contrario, si lees solo el contar, descubrirías que la información es tan parca que no produce ninguna emoción o empatía en su lectura. En ambos casos, se trata de una mala aplicación de las herramientas de escritura.
Se nos ha dicho, como ejemplo, que no usemos el contar para describir a alguien. "Juan era tacaño", sino mostrar a ese personaje en un acto de tacañería. Esta es una cualidad no física, por lo que podemos explayarnos en mostrarlo a través de una escena. Por otro lado, se nos ha pedido que no digamos: "Juan es bajo", sino que lo mostremos. Pero ambos casos, deben realizarse con un fin: es informativo o revelador. La información es directa, la revelación ocurre a través de cierto tiempo y condiciones. Si nuestro personaje es recurrente en la trama, podemos revelarlo no solo física, sino su personalidad. Contrario a los personajes de relleno o esporádicos. Cuando describimos a un personaje, sí podemos hacer uso de un lenguaje más descriptivo, siempre que ese recurso sea con fines narrativos.

Juan tenía la mala costumbre de nunca cargar su billetera; con la promesa que pagaría lo prestado, algo que nunca hacía. (tacaño)

La cabeza de Juan no alcanzaba los hombros de los varones de la oficina, pero no permitió que lo vieran como la mascota del grupo. (bajo y de fuerte personalidad)

Juan pidió unos fósforos al vendedor de la tienda, quien rascó su calva al ver que aquél había guardado la cajetilla en su bolsillo. (tendedero pelón, Juan...)
Juan endulzó su café. Mientras relataba la pelea que tuvo con el jefe, hizo añicos el pequeño sobre./ en lugar de/ Juan seguía  molesto con el jefe.
Recuerda:  no siempre debas mostrar, ya que esto podría perjudicar o poner lento el ritmo de la trama o la escena. Mostrar suele necesitar de muchas más palabras que contar. Aprende a dosificar la información, y analizar cuándo es importante crear en el lector la imagen mental de la importancia de un hecho, y cuándo puedes limitarte a transmitirle la información plana y sin decorado que necesita conocer. La ventaja de hacerlo bien, es que el narrador desaparece frente al lector que recibe el mensaje claro y fuerte. Hacer esto bien es indiscutible.
Existe una serie de expresiones que el lector reconoce como contar. Siempre se sugiere modificar esos verbos con el fin de enfatizar la personalidad, ahondar en una situación y hacerlo con fines narrativos haciendo uso del mostrar.  Aquí algunos ejemplos:
  • Verse, lucir, ser o estar (como…): Susana estaba enojada/ Susana arrojó el florero por la ventana.
  • Decidir, proponer, etc: Juan decidió renunciar/ Juan redactó una larga carta de renuncia, mientras disfrutaba de la idea de lanzarla a la cara del jefe.
  • Sentir, percibir, etc: Susana se sentía muy triste por la muerte de Adán/ La perdida de Adán recluyó a Susana al deseo de no hacer nada, el encierro voluntario comenzó a preocupar a todos.
  • Oír, escuchar, ver, oler, etc: Juan quiso fumar al oler el humo del cigarrillo/ El olor a nicotina despertó el deseo de fumar en Juan.
  • Saber, conocer, etc: Juan sabía que Susana estaba deprimida/Juan era consciente de la ausencia de Adán y el desgaste emocional de Susana ante esa perdida.
  • Reflexionar, meditar, etc:  Susana reflexionó sobre sus sentimientos/ Después de un tiempo, fue evidente para Susana del daño que su tristeza le había ocasionado.
  • Darse cuenta, observar, etc: Juan se dio cuenta del error de su renuncia/ Las consecuencias de su renuncia, hicieron mella en Juan.
  • Parecer, etc: La mañana parecía triste/ Esa mañana el cielo se cubrió de cirros grises.
  • Creer, etc: Susana no creía en el Cielo/ Para Susana, no existía ni recompensa, ni castigo después de la muerte.
  • Preguntarse, inquirir, consultar, etc: Juan se preguntó si Susana lo perdonaría./ El perdón de Susana, era para Juan una moneda girando en el aire.
Recordemos, que no es un verbo en si mismo que puede o no usarse, sino el uso que le damos. Contar siempre será una forma pasiva de decir las cosas. El mostrar siempre debe contener la acción del verbo usado. Debemos describir cómo se sienten nuestros personajes al respecto de sus acciones y las consecuencias de ellas. Es importante emplear un vocabulario evocador para describir su estado mental. El lenguaje pasivo no debería emplearse para describir las emociones que el personaje ha sentido o siente. Debemos enfatizar siempre aquello que ahonda en el sentimiento interno del personaje. Las acciones pasivas pueden usarse, con cautela, para describir lo que el personaje hace.

Ante la duda, recordemos que el borrador aguanta todo. El borrador nunca será la obra maestra jamás escrita. Llegar a ese nivel requiere un compromiso serio a la hora de corregir y editar nuestros trabajos. No temamos equivocarnos durante el proceso de escritura. Pensar con obsesión si lo estamos haciendo bien solo cortará el proceso creativo.  Cada escena debe representar algo: Ya sea una acción ejecutada para la trama, o el desarrollo de un personaje. Durante el proceso de corrección, puedes tomarte el tiempo de leer bajo una lupa más autocrítica, ver si esa frase está transmitiendo lo que deseabas hacer. Puedes cambiarlo a mostrar o recortarlo a contar, siempre que sea significativo para la narrativa y la historia tenga la comprensión y fluidez ante el lector. Si has hecho uso de las descripciones con muchos adjetivos, revisa si mostrando una acción es mejor para comprender la personalidad de ese personaje. Recuerda que mostrar siempre es acción, un acercamiento directo a las propias emociones y juicios del lector, haciendo que tenga empatía por lo que se describe. En cuanto al contar, debemos usarlo cuando deseamos informar directamente algo, ir al grano es una forma directa al lector con un pensamiento nuestro más conciso.

Cuando escribo, ya sea un proyecto personal o un relato para el taller, nunca pienso en qué usar, si contar o mostrar. Es necesario que nos conozcamos como escritores; pero sobre todo que estemos conectados con nuestras emociones. Seamos sinceros a la hora de plasmarlas en un escrito. La visualización de una escena, no es solo describir lo que se ve, hay que ahondar en aquello invisible ante nuestros ojos. Tengo por costumbre, escribir en mi mente todo el tiempo. Algunas veces, me descubro a mi misma, escribiendo una escena en una película, no como lo haría un guionista que hace más del lenguaje visual para trasmitir. Hago uso de las palabras, y en muchas ocasiones, descubro que es un poco difícil describir con palabras algo, simplemente es mejor ir por lo más corto y conciso.
Espero que mi experiencia y mi interpretación al Contar y Mostrar, te sea suficiente claro para que tu evalúes la forma en cómo tu analizas y usas este recurso de escritura. Recuerda que todo es aprendido, y mejorar es una obligación.
Cuéntanos si utilizas el método y cómo lo aplicas a tus escritos. Será gratificante y educativo saber sobre otras experiencias. Disfruta del proceso de escritura. ¡Nos leemos!

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