viernes, 19 de junio de 2015

El baúl de los recuerdos

Hace unos días atrás, hemos movido un mueble en la casa, en donde mi padre guarda de todo, porque cree firmemente que todo sirve. Nosotros llamamos a esas cosas, desechos.
Pero en una gaveta, encontré un atado de pinceles que otro de mis hermanos, le regalara hace dos años; porque mi padre estudio artes plásticas en su juventud y siempre expresaba su intención de pintar algo.
Pero él es más de usar la brocha más gorda y poner a diestra y siniestra su arte en las paredes, que terminan con unos diseños algo estrafalarios y  después hay que contratar a un profesional. Pero la vena artística la llevamos en la sangre, al menos la mitad. Ya que de los ocho hermanos que somos, a cuatro nos gustan las artes plásticas y una de mis hermanas, es violinista.

Mi hermano se quedo con las canvas más grandes y yo con el atado de pinceles, ni siquiera estaban abiertos. Fué para nosotros como Navidad en junio.
Ninguno de nosotros asistió a una escuela formal para aprender a dibujar o pintar; pero sí recuerdo que mis hermanos desde que eran niños dibujaban por su cuenta. Mi hermano mayor dibuja sobre todo con tinta china, en patrones blancos y negros; amé cuando hizo en una cava de 16x20 una cebra echada. Yo tenía unos once años y le rogué que me la regalara, pero él ya la había vendido. Mi otro hermano, pinta con oléos, su primer cuadro lo pintó a sus catorce años, mismo que aún conservamos, es una escena de una típica casa campestre. Siendo adulto le regaló varios a mi padre, y uno terminó en su oficina, siendo que trabajaba en una agencia de ayuda internacional, un director extranjero se la pidió y ahora, espero, siga colgada en una pared en una residencia en Suecia. El menor de los artistas, él pinta con cualquier cosa, pero me gusta como usa las acuarelas, pero es tan tímido que pinta y guarda sus obras, las descubrimos cuando vaciamos gavetas.

Yo amo todas las artes, el hecho de transformar una nada hasta crear algo que no existe, me encanta. Por ello amo las manualidades, dibujar y pintar. Mis primeros pasos, iniciaron a los cuatro años, cuando utilizaba los libros contables de su trabajo, que mi papá llevaba a casa para llenarlos y terminaban con estampas de muñecas con ramos de flores, soles sonrientes y árboles con pajaritos. Mi madre sí que me regañaba... pero mi papá se reía, terminaba diciendome que compraría otros libros y yo podría seguir rayando esos a mi antojo.
Sacar unas placas para dibujo y unos pinceles olvidados, destapó ese baúl de recuerdos, que siempre he atesorado en mi memoria. Pese a que siempre fui traviesa, mis padres fueron suficientemente sabios para no cortar en mí esa necesidad de expresarme.

Comparto una replica de un cuadro que encontré en internet y que experimenté con oléos, en cava de 8x10. (KM mi simple firma)

¡Nos leemos!

Un grano de arena en el mar de internet

Nunca pensé en crear un blog. Pero cuando entras al ciberespacio, comienzas a tener una presencia en un blog interactivo, los demás miembros terminan preguntando: ¿Tienes un blog? Es casi como si te pidieran tu número de celular.
Confieso que por el momento no tengo celular, se echó a perder y no me gustan. Sí, soy una persona un poco rara. Así que por ahora, si la batería se descarga a los quince minutos, no tengo angustia por no estar conectada.  Presiento que pronto me tocará sacar la tarjeta para comprar uno… pero, por ahora no hay prisa.
Pero a raíz de la famosa pregunta, tuve la inquietud de crear uno. ¿Por qué?  Porque este es un medio en el cual me muevo, me gusta navegar mucho en internet, entrar a otros blogs, hago muchas consultas y me suscribo a los que me aportan algo para lo que amo hacer: Escribir.
Adicional, tengo planificado crear nuevos hábitos, practicar la disciplina. Lo soy, pero creo que puedo exigirme un poco más. Explorar algo nuevo que puede traerme satisfacciones, además ejercitaría esa pasión que tengo por las letras.
Pero un blog, es un grano de arena en medio de millones, por algún tiempo quizá, será mi espacio privado, ese rincón en donde se habla consigo mismo, para darse aliento, recordar algo interesante, adquirir invaluables conocimientos… quizá con el tiempo, alguien se detenga y diga ¡Hola!
Mientras, tanto… ¡Nos leemos!