OK, siempre he dicho que copiar y pegar el trabajo de otro, no es lo
que yo considero correcto a la hora de escribir en un blog… pero he estado
fuera del blog por tres semanas sin nada publicado, cuando al fin me he sentado
a ver, estudiar y analizar algunos puntos que deseaba compartir con ustedes, y
me ha llevado el arrebato de la inspiración… casi con mil doscientas palabras
(escribiendo directo en la página del blog online)… y se ha ido la luz eléctrica. Me he quedado con
todo en el aire y he comenzado a recordar lo que escribí. La energía regresó y
he empezado a darle búsqueda a todo lo que estaba leyendo, analizando y
estudiando, para darme cuenta que volver a empezar me iba a tomar una enorme
cantidad de tiempo, y eran pasadas las tres de la mañana. Decidí dejarlo para
después.
Pero, he estado pensando que no
he escrito nada para el blog, estaba leyendo algunas cosillas, y viendo videos
(siempre termino viendo videos de gatos en YT) y pensé: ¡Suficiente! Escribe
para el blog. Así que he decido no leer, analizar y estudiar una serie de
páginas, libros, experiencia ajena y propia, para escribir esta entrada. No,
estoy perezosa y son casi las cuatro de la mañana, así que haré trampa.
Y he encontrado un blog (en
inglés) que me ha llamado mucho la atención: becomeawritertoday.com, que maneja
Bryan Collins, en donde él ha hecho un listado de “Siete verdades dolorosas que
debía saber antes de escribir mi primer libro”. Y por lógica me captó la
atención. Así que haciendo el 50% de la tarea, mencionaré los mismos puntos que
ha hecho Collins, y los adaptaré a lo que ha sido mi propia experiencia.
1-
Es más fácil hablar de un libro que escribir uno.
Collins: Según detalla él en su blog,
un compañero le ofreció un porro de marihuana después de un partido de futbol,
cuando era adolescente; pero él lo
rechazó diciéndole: « ¡Las palabras me ponen arriba!» Solo tenía doce años. Su
primer intento de escribir fue a los diecinueve, pero no escribió más de cinco páginas.
Según su experiencia, él podía aburrir por horas a sus amigos, relatándole
todas las ideas que tenía de un libro… pero era incapaz de sentarse y escribir
algo en media hora. Y no fue sino pasados los veinte años que él comprendió que
escribir es un trabajo duro que hay que hacer.
K. Marce: En mi caso me pasa todo lo
contrario, soy la peor promocionadora de mis propios escritos, de hecho he
confesado por aquí y allá que no escribo para nadie, sino para mí misma. No
hablo de mis proyectos literarios, ni hago planes de qué vendrá a futuro. Mi
familia sabe que escribo, pero ninguno de ellos me ha solicitado leer nada mío
alguna vez (bueno solo mi hermana menor, ¡pero no sé si lo hizo!). Ha sido muy
pocos (¡¡¡2!!!) con quienes he compartido mis escritos. Y son personas que
viven fuera de mi país… aunque no me molesta la crítica o las correcciones, porque
las valoro de verdad. Por ello me uní a un taller literario en la web. Ahí, por
lógica no escribo igual a lo que yo llamo proyectos personales; pero me da la
oportunidad de salir de mi zona de confort. Sin embargo tengo un enorme
problema, escribo como desquiciada durante días y días, desvelándome (como hoy)
para luego caer en un letargo de desear dormir todo el día, ver mi PC es saber
que volveré a desvelarme, sea escribiendo, aprendiendo técnicas y todas esas
cosas. Claro, quizá con la misma experiencia de Collins, que lo he aprendido es
que escribir requiere mucho trabajo y voluntad, porque tengo más de veinte años…
2-
Hay algo más a escribir un libro que… escribir:
Collins: El ama leer, y piensa que es
probable lo sea para todos los escritores; pero él buscaba convertirse en un
periodista, que leía sobre todo ficción. Le era muy cómodo leer este tipo de
literatura y no aquella relacionado con su objetivo; lo hacía sentirse dentro
de su zona de confort. Ahora comprende
que una lectura ligera no es significativa para una persona que no está
involucrada con las palabras y las ideas; pero esto es veneno para quien aspira
a ser un autor. Para él, si se desea ser escritor, se debe leer e investigar
como parte de ese trabajo. Leer fuera de la zona de confort, leer autores que
admiras y que detestas. Tomar notas es importante y aprender a arreglar tus
ideas antes de iniciar con la escritura de tus libros. En su criterio, si
fallas en alimentar tu mente, no puedes tener una expectativa de calidad que te
sirva con tus ideas cuando te enfrentas a la página en blanco.
KM: Estoy de acuerdo con él, y debo
decir que tengo una fascinación por investigar, me encanta hacerlo. Es una de
mis partes favoritas a la hora de preparar una idea, una escena, un concepto o
la columna vertebral de un libro. Siempre lo recomiendo, porque es tan notorio
cuando lees un trabajo pobremente investigado, que da pena seguir leyendo… Y es
ahí en donde yo fallo. Tengo la ligereza de rechazar todos los libros que no me
capturan de inmediato. Soy terriblemente despiadada para dejar de lado un libro
al primer error de investigación que salte a la vista. Soy quisquillosa con los
detalles y me irrita mucho las inconsistencias. Así que no leo a los textos que
detesto (no digo que detesto al autor, porque nunca creo que será así). Por eso
me mantengo alejada de plataformas como Whatpad,
en dónde nunca me he topado con algo que merezca mi tiempo para concluir su
lectura. Me limito a leer a los clásicos, los autores reconocidos, los libros
que todos aman… Y ese es mi gran pecado, porque debo ser más abierta a las
lecturas que no están dentro de mis preferencias. Ahora, que estoy en el taller
online, leo el trabajo de mis compañeros.
Muchas historias con géneros que nunca me habían apetecido y los trabajos de
taller que nos envían cada mes, nos hace entrar a senderos que no estamos
acostumbrados. Eso me ha abierto un poco mi abanico, ya no soy tan selectiva,
disfruto de lecturas que nunca hubiera seleccionado a voluntad. La lectura
variada de verdad te abre la mente, y la recomiendo mucho para todos los que
aman escribir, se aprende y mucho.
3-
El día es tuyo para desperdiciar o aprovechar:
Collins: Él lo confiesa como su sucio
secreto: La procrastinación. Dejar todo para después. Porque aunque haga mucho
durante el día, como leer sus correos, llamar a su empresa telefónica y meterse
a Amazon, al final del día no ha logrado escribir 500-1000 palabras. Deja pasar
el día y con algo de suerte, puede pasar una hora para escribir algo, un
poquito. Pese a los esfuerzos de hablarse a si mismo frente al espejo y
reclamarse: “No seas perezoso, ve y escribe”, no funciona tan fácilmente.
Confiesa que le tomo años comprender que cuando escribe, ese momento es el más
importante del día, es un trabajo y por lo tanto debe evitar la mayor cantidad
de interrupciones. Dejar todo para después: leer el correo, estar en sitios
sociales online, ver las noticias, etc.
KM: Estoy de acuerdo en él con algo: No
puedes dejar la escritura de lado si de verdad quieres ser escritor. Pero un
hombre puede dejar de lado todo lo que él ha mencionado…porque es hombre; no
así una mujer. Y no me refiero a esas “interrupciones” de sitios sociales en
Internet, ver gatitos en Youtube y dejar de textear
por el Whatssap… No, porque son cosas
que SÍ podemos dejar para después.
Es mucho más fácil para un hombre que desea escribir (y que también trabaja
fuera) aprovechar esos espacios de tiempo libre. Pero muchas mujeres,
trabajamos fuera y dentro de casa. Es muy difícil dejar de lado el desayuno de
tus hijos, o tus deberes como empleada en una oficina, no ir por los chicos al
colegio o no ayudarles con sus deberes; y para las que no tenemos hijos, hay un
sinfín de actividades hogareñas que no podemos evitar: hacer el supermercado,
la lavandería, los platos, la casa, el perro… Las mujeres, científicamente comprobado,
trabajan más que un hombre. En mi caso, renuncié a mi trabajo que me consumía
hasta dieciséis horas de labores diarias, incluidos los fines de semana. Si,
era una work-alcoholic, una
perfeccionista y con más trabajo que cualquiera (Organizadora de eventos).
Aunque amaba mi trabajo, decidí dejarlo por mi paz mental, mi salud física y mi
vida familiar. Y al fin pude decir: «Tendré tiempo de escribir…», pero no ha sido así. Ahora estoy 24/7
responsable de mi casa, mi padre enfermo y dos mascotas que tampoco dan
respiro. Siempre estoy haciendo algo, transformando una habitación, haciendo
alguna manualidad, y tratando que el día dure más de veinticuatro horas. Pero Collins, tiene razón. Hay que darle la importancia a las cosas que tienen importancia. Ya no
hago lavandería todos los días, sino dos veces a la semana. Y procuro terminar
los quehaceres del hogar a determinada hora, para poder avanzar el resto del
día en otras cosas, y cuando veo que mi día no me ha alcanzado para escribir…
ha sido porque yo he dejado ese tiempo y lo he malgastado en otras cosas. Soy
un búho, siempre he sido más activa mentalmente en la noche, y físicamente
activa por la mañana. No es raro encontrarme a las diez de la noche sentada
frente la computadora leyendo, corrigiendo, investigando y escribiendo hasta
que escucho las aves que anuncian el amanecer. En este momento, mientras
escribo esta entrada, son las 4:30 am y debo estar levantada a las siete para
preparar el desayuno. Simplemente, debo concentrarme en hacer las cosas de tal
manera que todo encaje sin que mi salud se comprometa. Espero lograrlo.
4-
Debes escribir todos los días. (Incluso cuando no te
pagan por hacerlo)
Collins: Según su experiencia,
el laboró en una carrera que no tenía nada relacionado con las palabras o la
escritura. Por ello, le era muy difícil encontrar el tiempo para escribir a
diario. Intento hacerlo luego de llevar a la cama a sus hijos, pero al día
siguiente le costaba mucho levantarse para ir a la oficina. Eso lo llevo a
tomar la decisión de dejar su libro para “después”, aprovechar el fin de semana. Él razona que hay un problema con ese pensamiento:
Cuando se sentaba a escribir, no lograba recordar dónde lo había dejado o darle
coherencia a sus pensamientos, no encontraba las palabras para expresarse. Y
era aún más caótico si un fin de semana no lograba llevar a cabo esa
rutina. Fue un problema para él, porque
no tenía una rutina de escritura que encajara con su trabajo y la familia.
KM: Como mencioné en
el inciso anterior, es muy difícil establecer reglas cuando hay muchas
responsabilidades. Pero todo tiene un límite. En mi caso, cuando mi madre vivía
y ella me miraba en la computadora, yo le decía: “Estoy escribiendo”; y ella respetaba
mi tiempo. Ahora, sin mi mamá y con tanto que hacer, tengo muchas
interrupciones porque mi padre no comprende que hago en la computadora, no es
un hobbie, es un trabajo. Así que como mencioné, el tiempo o lo hago yo, o
nadie va a dármelo. Tengo la costumbre de realizar las tareas hogareñas durante
la mañana hasta el mediodía. Una vez que sirvo el almuerzo, puedo desligarme de
cualquier otra actividad hogareña, hasta la hora que debo preparar la cena. Sin embargo, tomo
un día o dos a la semana para hacer algo que es necesario para la casa; como
por ejemplo, remodelar algo o hacer una manualidad. A veces tomo que esas cosas
se realizan después de determinada hora (digamos las tres de la tarde), y tomo
tres hora para investigar sobre un determinado tema que mi escritura necesita.
Me detengo a la hora de la cena (prepararla y comer) y paso en la noche,
haciendo algo que me distraiga hasta las diez de la noche. Por alguna extraña
razón, me cuesta mucho escribir a otra hora. No es imposible, pero no estoy lo
suficientemente concentrada para hacerlo.
Es necesario tomarse un tiempo de “relax”, salir
de casa, ir al cine, visitar a alguien o simplemente ver una película con tu
familia. Esas dos o tres horas invertidas en tu familia o en ti mismo nunca
deben de obviarse. Aunque escribir sea mi pasión, no puedo ignorar a las
personas reales por las ficticias. Escribo hasta las dos de la mañana. No tengo
problema de dormir unas cuatro horas al día, pero desvelarme por más tiempo,
realmente me está empezando a pasar factura: Al día siguiente tomo una larguísima
siesta que me interrumpe todas mis actividades. Trato de escribir a diario,
confieso que he perdido el ritmo; pero eso sí, nunca dejo de leer lo que he
escrito y sobretodo, lo escucho con un lector electrónico antes de dormir… lo
programo para que dure media hora. Eso me hace estar en contacto con mis
recuerdos y darle una continuidad a lo que escribo. Y las notas son
indispensables para no olvidar nada.
5-
Su primer borrador será terrible ( y eso está bien)
Collins: Nos relata, que una vez, escribió el
primer borrador de un capítulo de libro que olía tan mal, que tuvo que abrir la
ventana de la oficina mientras lo leía. Le dieron ganas de romperlo, presionar
“Borrar” y empezar de nuevo. Según él nos relata, le costó aprender que el
primer proyecto, lo más importante es “existir” y no importa si el resultado
fue pésimo. Por lo que aprendió es que los primeros borradores se los reserva
para si mismo, y recomienda que hagamos lo mismo. Dice que cuando comenzamos a
escribir, carecemos de confianza o inspiración, y nos sintamos tal como dijera
Kut Vonnegut «cuando escribo, me siento como un hombre sin brazos y sin
piernas, con un crayón en la boca.» Piensa que eso está bien. Son muy raros los
autores exitosos que experimentaron una inspiración candente y una prosa
perfecta en sus primeros trabajos. Por ello, son muchos los que dudan y piensan
en “borrar” también, pero no lo hacen. En su lugar, deciden tomar la
determinación de arreglar ese manuscrito, ir palabra por palabra y contra reloj
pensando:
"Lo haré por ahora", "Estoy casi allí", "Puedo arreglar esto más tarde".
Aconseja que puedes arreglarlo más tarde también, pero tienes que terminar primero tu primer borrador. Tienes que llegar al final. Y necesitas un plan para llegar allí.
"Lo haré por ahora", "Estoy casi allí", "Puedo arreglar esto más tarde".
Aconseja que puedes arreglarlo más tarde también, pero tienes que terminar primero tu primer borrador. Tienes que llegar al final. Y necesitas un plan para llegar allí.
KM: La primera línea
asusta, el primer borrador espanta. Pero siendo sinceros, si escribimos es
porque sentimos la enorme necesidad de contar algo. Tal como dice Collins,
nunca debemos esperar que todo lo que escribimos es una obra de arte, y si resulta
que no lo es, vamos a descartarla de inmediato.
No sé si soy un tanto pretenciosa, pero nunca escribo algo que no me
gusta. Por lo que he borrado textos completos porque pienso que no me llenan.
Es muy diferente, que aquello que escribas te motive. Si no es así, nunca
terminarás el primer capítulo y por ende tu libro. Es preferible escribir algo
que de verdad te apasiona, aunque después en sus revisiones comiences a ver los
puntos de mejora (no me gusta llamarlos defectos). Tengo la creencia que todo
puede mejorarse. No existe una sola línea que no pueda escribirse de otra
manera. A veces, mi tiempo de revisión
es mayor al tiempo de escritura. Ojo con eso, aprendí que si escribo un
capítulo es mejor dejarlo así y continuar con el siguiente. No volver a él y
pretender darle una segunda, tercera, cuarta, décima quinta revisión. Siempre
la revisión es cuando todo el material ha terminado. Sí, hasta que colocas la
palabra “FIN” es cuando deberías comenzar a depurar tus escritos. Por eso es
tan importante conocer tu historia. Tener al menos un plan de cómo inicia y
cómo termina. Ponte un límite de palabras o capítulos y encaja eso en tu
escrito. Escribir sin límite, te llevará a nunca terminar nada. Yo escribo
demasiado, pero sé que número de páginas tiene mi historia.
6-
Siéntase un poco cómodo con el fracaso.
Collins: El detalla
una breve lista de cosas en las que ha fallado como escritor:
*No logró construir una carrera como periodista de noticias. De hecho, estaba tan mal, que un editor amenazó con despedirlo, y otro editor lo dejó ir.
*No logró construir una carrera como periodista de noticias. De hecho, estaba tan mal, que un editor amenazó con despedirlo, y otro editor lo dejó ir.
*No logró mantener un contrato bien pagado con una
revista tampoco. Simplemente no pasaba suficiente tiempo investigando sus
artículos, así que el editor consiguió un mejor escritor. No podía culparla.
*¿Y su mayor fracaso? «No escribí y publicar un
libro antes de los 30 (una meta para toda la vida) porque no me sentía lo
suficientemente bueno como para hacerlo.» Apuntó.
KM: Soy una persona
que analiza mucha situaciones, tanto propias como ajenas. Y estamos rodeados
del marketing de “Sé perfecto”. Constantemente los anuncios comerciales, los
programas de televisión y muchos otras influencias nos demuestran que quien no
tiene la perfección es un perdedor. Mientras mi padre veía la TV, yo escuchaba
ese programa. El presentador dijo: «Tu trabajo es grandioso, la espada es
ligera, se siente firme al sostenerla, ha cortado tres patas (de un caballo de
madera), pero no cortó la cuarta porque tiene un ligero grosor en la punta, eso
hizo que perdiera el filo. Lo lamento pero no has pasado la prueba.» Yo me quedé de una pieza: WTFFFFFF!!!!! Really??? En serio, y esa
clase de basura la venden todos los programas de concursos, reallities y otros. Nadie es perfecto. Las limitaciones las ponemos nosotros. Yo puedo
unirme al Club de “+30 sin ser publicados”, y no sentir vergüenza por ello. Los
primeros tres intentos de escribir una novela fracasaron (dos a los once años y
el otro a los trece). Tomé más en serio la idea de escribir a los dieciséis,
para volver a quedarme a mitad del camino sin terminarla. He participado en
algunos “concursos online” y sé que no saldré seleccionada en ninguno. Lo hago
para aprender que tendré críticas y rechazos. No todo el mundo estará feliz con
lo que escribo. No todos lo amaran. No
puedes aprender a ponerte de pie, si nunca has estado en el suelo. Mi lema es:
“Un día encontraré mi nicho, el lector que ame lo que escriba” Pero sobre
todo, que yo siga siendo leal a la persona que soy. Aunque ahora me limito al
taller de escritura y mis mega prouectos personales de lecturas solo para mis
ojos.
7-
Cuando el “feedback”
o la retroalimentación duele
Collins: Él nos cuenta que solía mostrar sus
primeros borradores de su libro a amigos y familiares, y le decían: “"Es
genial, Bryan; tienes talento.” A lo que él les respondía: “Wow, gracias. “Escribir un libro es mi sueño.”
Considera que la retroalimentación bien
intencionada no es útil. Cuando finalmente envió un documento a una editora, el
mismo le fue devuelto con docenas de anotaciones, y casi por completo fue
reescrito o tachado. Con una nota final de: “Está bien Bryan, ambos sabíamos lo
que no es. Pero tienes mucho trabajo que hacer antes de que estés listo para
publicar." Casi vomitó en su teclado. Se enfrentó por primera vez al fuego
de la retroalimentación editorial profesional.
Explica que a sus veinte años estaba enfrentándose
a la idea de ser escritor, pero era un aficionado, luchaba contra la página en
blanco y aprender a escribir un libro por primera vez. Al día de hoy, comenta
que sigue cometiendo errores, como reescribir un viejo libro en lugar de
publicar uno nuevo. Pero el equivocarse está bien.
Ha aprendido que la verdad dolorosa sobre la
escritura es difícil de aprender, pero usa esas experiencias para continuar
hacia adelante, en lugar de hacerlo caer. Y que ese proceso es el que hace a
los autores. Esta fórmula cuidadosamente
elaborada se basa en años de observación de cómo los autores exitosos llegan al
final de sus libros.
KM: No todo el mundo tolera la crítica. Seamos sinceros, desde que somos niños tenemos la intención que al mostrar algo y decimos con orgullo: “Mira mamá, te hice este dibujo” (Sí, ella con un ojo en la frente y otro en la mejilla); ella emocionada nos diga: ¡¡Es precioso!! Y cuando por fin nos lanzábamos del deslizados en el tobogán, le gritáramos: ¡Mírame, mamá!, ella nos dijera lo valiente que somos. Y un día llegamos con el informe delante del jefe, esperamos que nos diga: ¡Que excelente trabajo, Gómez!
KM: No todo el mundo tolera la crítica. Seamos sinceros, desde que somos niños tenemos la intención que al mostrar algo y decimos con orgullo: “Mira mamá, te hice este dibujo” (Sí, ella con un ojo en la frente y otro en la mejilla); ella emocionada nos diga: ¡¡Es precioso!! Y cuando por fin nos lanzábamos del deslizados en el tobogán, le gritáramos: ¡Mírame, mamá!, ella nos dijera lo valiente que somos. Y un día llegamos con el informe delante del jefe, esperamos que nos diga: ¡Que excelente trabajo, Gómez!
Pero cuando alguien nos dice: “Eso está
incorrecto, no se hace así”, sentimos como si el mundo nos aplastara por una
ineptitud que no vimos. Bueno, a algunos les pasa. Y por ello, simplemente se
sienten tan mal que dejan todo a un lado. Pero en el arte, aunque sí existen
reglas a seguir, también existen personas que las aprenden tanto hasta doblarlas.
(Sí, tal cual Neo de Matrix), o tanto como para manejarlas a su antojo. Por eso
conocemos de artistas como Salvador Dalí, Saramago, Hemingway, García Márquez o
Van Gogh. ¿Todos los aman? Por supuesto que no. Y ellos han sido criticados y
alabados, aun después de muertos. La crítica es necesaria. Debemos ser maduros
para aceptarla, inteligentes para retener lo bueno y sabios para rechazar la
que es negativa pura. Las plantas necesitan abono para desarrollarse hermosas y
sanas… y ya sabemos cuál es uno de sus ingredientes ¿no?
***
Espero que este listado de Collins, puedas
aplicarlo a tu experiencia, o que descubras que el mundo no se ha detenido por
cometer esos errores. Sigue haciendo lo que te apasiona, no desistas, disfruta
tanto del camino como la meta a la que quieres llegar.
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